Opiniones del Convento San Payo

Las vistas, la comidas y sobre todo la amabilidad de los dueños, eran encantadores

Un lugar precioso. Vistas excelentes y un buen lugar para relajarse. Ágata y Mateo, dos personas excepcionales. Muy amables, que hacen que tu estancia en el Convento San Payo sea de 10.

La ubicación es fantástica, el trato personal excepcional. Un lugar para relajarse y desconectar. Volveremos sin duda

Conocer los orígenes del actual hotel, que fue el refugio de un artista. El matrimonio que lo lleva son encantadores.

Todo!! Hace tiempo que no salimos tan contentos con un alojamiento, te hacen sentir como en casa, Mateo y Agata, la pareja que lleva este alojamiento no pudieron ser más amables, siempre dispuestos a ayudar y siempre con una sonrisa, personas encantadoras y con un trato cercano que ya es difícil encontrar en hoteles, ideal para desconectar, silencio y paz, vistas preciosas, la zona de la piscina ideal el desayuno incluido bastante completo, nos sorprendió gratamente, si quieres pasar unos días de desconexión lejos del ruido del día a día este es tu sitio!

Haber sólo reservado para una noche, una vez allí nos hubiésemos quedado perfectamente toda la semana de desconexión, no hay nada que no nos gustara!

La ubicación, l edificio, la decoración pero sobre todo el personal Mateo y Ágata.

Me gustó absolutamente todo.

El sitio y las vistas espectaculares

Habitaciones un poco antiguas

Nuestra estancia en el Convento San Payo fue una experiencia inolvidable. Situado en lo alto de una colina, con vistas espectaculares sobre el río Miño, este antiguo convento restaurado por el escultor José Rodrigues transmite paz y belleza en cada rincón. Lo gestionan con mucho cariño su hija Ágata y su yerno Mateo, siempre atentos y encantadores, dispuestos a compartir la historia del lugar y del artista. El convento alberga un pequeño museo con obras de Rodrigues y de sus alumnos, lo que añade un componente cultural muy especial a la visita. Es el sitio perfecto para quienes desean desconectar del mundo, rodearse de arte, naturaleza y silencio. Lo recomendamos sin ninguna duda.

No lo consideraría algo negativo pero si destacable, la carretera de acceso es rural y con bastantes curvas. Además, al tratarse de un antiguo convento en plena naturaleza, conviene preguntar antes si se tienen necesidades de movilidad reducida.

El convento está en medio de la nada, lo que le da mucho encanto, y tiene unas vistas preciosas. Desayuno completo.

La ubicación, su historia familiar, y las vistas a la desembocadura del Miño, rodeado de bosques son espectaculares.

El sitio es completamente especial, hemos quedado encantados. Ellos son súper amables, el lugar es precioso, con una historia maravillosa, a 10 minutos de vilanova. Un lugar que deja huella y que repetiremos seguro

La atención de los anfitriones, la tranquilidad, las vistas, el desayuno y la relación calidad-precio. Fue una estancia maravillosa. Lo recomendaré sin duda.

El lugar maravilloso, el edificio, las habitaciones, es un sitio magico, los propietarios son fantasticos, superamables, re hacen sentir en casa, una maravilla

La carretera que lleva al hotel es una carretera de montaña, sinuosa, recomiendo que la primera vez vayais de dia, de noche sin conocerla acojona un poco pero aun teniendo bastantes pendientes y muchas curvas esta muy bien asfaltada y no hay ni un solo bache en todo el trayecto, lo que es de agradecer.

Todo. Un maravilloso lugar con mucha historia y arte. Muy recomendable

La ubicación en plena naturaleza, la tranquilidad que se respira con unas vistas excepcionales y muy peculiar el edificio que fue un antiguo convento. Y sobre todo la amabilidad y profesionalidad de sus dueños Agatha y Mateo, son encantadores y cercanos hacen como si te sintieses en casa. Es un lugar perfecto para quien quiera desconectar y relajarse.

El excelente trato de los anfitriones Ágata y Mateo, te hacen sentir como en casa desde que llegas. El entorno y la tranquilidad que se vive en ese espacio.

Nada

El emplazamiento es excepcional, maravillosas vistas sobre el río Miño, un lugar de tranquilidad. En un edificio restaurado precioso, los jardines cuidados y la piscina con vistas inmejorables. Los anfitriones muy amables. El desayuno estupendo

Se oye bastante el ruido de las habitaciones adyacentes y el pasillo. Pero esto es un problema que ocurre en todos los hospedajes, lamentablemente

La ubicación es maravillosa si lo que buscas es tranquilidad, porque está en lo alto de un monte donde no hay nada mas, pero ese es el encanto. El personal super amable aunque le falta algo más de infraestructura, me refiero a comidas o cenas, por lo demás para mi un lugar bellísimo y con es extra de contar con un museo al aire libre.

Podría ser mejorable el desayuno, y la posibilidad de elegir entre alguna opción mas las comidas o cenas.

Todo estaba de maravilla. Un entorno espectacular, perfecto para una escapada de tranquilidad. Los dueños, Mateos y Agatha, nos hicieron sentir como en casa en todo momento. Todo muy limpio y bonito. Vistas inmejorables El desayuno también estaba todo riquísimo y muy completo

Nada